El olor del desierto, día tercero

Como las otrasnoches, vuelvo.
Cada vez se me hace másdifícil ver a esta gente como un simple proyecto, aunque supongo que en el fondo ese es el fin del poryecto,conocerles y hacerlo mio.
Pero ves que dan su vida para que todo funcione y para mostrarnos su realidad, y que no tienen apenas nada.
Hoy hemos salido a la capital, el Aaiun, nose como pueden decir que es la ciudad mas limpia (qué locura!).Laprimera sensación que tuve la entrar alli, fue como si acabasen de salir de una guerra, las casas medio derruidas, suciao... La carne gana cuantas más moscas tiene (no podría describir la cabeza de cabra negra sangrante en el mostrador), luego entras en alguna de las tiendas de té, llenas de colores y olores.
Esta vez ganamos a la policía morroquí y pasamos los controles sin problemas.
Después de montar en el jeep-jaula y de probar el estofado de pollo con patatas volvimos a la costa. Esta vez la playa estaba cruzando todas las dunas.
Me gusta mirarles e imaginar en qué trabajarán, si tendrán camellos, cabras o una fábrica des fosfátos. Y siempre me vuelvo con sus sonrisas, girándose y preguntándo si todo va bien y estoy agusto. ¿por qué no va a ir bien?
Hoy me volví con un collar de bolas de colores, Havív (nose como se escribe) me lo regaló, mi guía. Me explicó que rezan 5 veces al día y cada bola es las veces que piden a Alá...
¡sabíais que el desierto está lleno de caracolas???!!
Oímos un ruido de motor, un camión verde cruzando la costa a toda velocidad, pensé en otro control policial, pero esta vez nadie paró, simplemente era un camión lleno de armas que llevaban unos kilometros más adelante para descargar.

En fin, señores, un día como todos lleno de sensaciones e imagenes increibles que desafortunadamente retendréporpoco tiempo en mi corta memoria.

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